martes, 1 de marzo de 2011

You´re still so beautiful to me.

Bueno, basta.
Lo iba manejando bien, pero es fácil tropezar, que querés que te diga.
Es que ya no se en que idioma hablarte, porque hasta el castellano se me fue de los labios. Tengo muchos pensamientos, muchas teorías, muchas conclusiones, muchas horas pensando cuando ya no queda una luz en la casa; pero no tengo el derecho de decir una palabra.

Así vengo, mal que mal, callando y asintiendo.
Sentada esperando, o gritando mientras corro con algún desconocido para poder bloquear un poco.
¿Y qué vas a hacer con eso? Dejame adivinar; vas a venir a replantearme la situación para que me ubique, para que no me pase la raya. Me vas a decir que no tengo las cosas claras.
Y bueno, decime algo que no sepa.
Y bueno, andate a la mierda un rato con tu escepticismo y tus frialdades, con tus planteos y tus caritas de orto.
Nos vamos a gritar, nos vamos a insultar, nos vamos a abandonar mil veces y vamos a competir por quien sube más la voz e hinca más fuerte el cuchillo, pero nena, todavía sos el sol para mi.

Asique me la voy comiendo, me voy enroscando hasta que exploto o hasta que te das cuenta de dónde tenes que presionar para que empiece a descoserme. Mirá que compararme a mi con... que asco, no tiene el más mínimo sentido. Sacá cuentas imbécil, fijate quién se quedó despierta cuidandote mientras dormías, acariciándote con cara de gamusita y sonrisita de tarada.
Ya, ya me voy a tranquilizar. Mentirte en la cara y decirte que no quiero, que me da igual, es lo que estoy intentando aprender a hacer mejor, pero nena, todavía sos el sol para mi.
Ok, cerrá la boca un ratito y dejate de intentar devolverme a mi lugar, a donde pertenezco en tus casilleros. Si, si, vení apagá la luz, besame un rato, dejá que se te escapen unas palabras de más y andate y date el lujo de decirme que no me extrañás.
Si, si, sentate al lado mío, charlame estupideces, gastate horas conmigo sin que un pelo se te cruce de la línea. Odiemonos un rato, despreciemonos y queramos matarnos. Que ganas de no volvernos a cruzar más, ¿no?
La voy llevando, flaquita, total sólo tengo que mentirte y mentirme un poco mientras jugamos al amor residual; si mirá que graciosas son las cosas, hasta hace quince minutos yo misma no quería ni necesitaba verte más.

Será por eso que me quedo callada y no te miro mucho, para que no se me empiecen a escapar las poesías.
Te desprecio de más nena, porque cada tanto me acuerdo, de que todavía sos el sol para mí.