sábado, 29 de mayo de 2010

Divina obscenidad


Infinito éxtasis de ver el temblor en tus labios, y el susurro de tus dedos, como garras aferrándose a mi morfología.
Voraces encuentros que, cubiertos de clandestinidad, llenan de frenesí la tarde más frívola.
Y, depués, el hambriento anhelo por la repetición.

Palabras profanas de tu boca pura.
Toda mi du
lzura pendula sobre tí.
Y me llena.
Y lo temo.
¿Qué hago haciendo ésto?
¿Quiere alguien explicarme qué maldito sortilegio pende en tus bordes que me arrastra a velarlos, y a permitir que nos hundamos, que bailemos entre la oscuriadad?
¿Cuándo fue que mi distracción principal pasó a ser la estrecha línea de vacío, encogiéndose y estirándose, entre tu cintura y la mía?

¿Desde qué momento siento sed de tu suspiro?

Huiría ya mismo de mis ocurrencias, de mis nuevas ideas.
Pero este pasatiempo enfermizo es ahora el agujero negro que reclama mis corduras para dejarlas dormir en el suave roce sobre tus declives.
Arrancaría de un golpe tus reclamos absurdos y desabotonaría esos celos que parecen un chiste. Pero a veces insistís en vestirse con ellos.

Es sucio el mundo del inconciente y bizarros los caprichos de la noche.
Y adictivo el color de nuestros alientos embravecidos,
y enloquecedor el caer de los lienzos,
y desesperadas las quejas de las yemas cuando parece terminar
y necesitan, entonces, encontrar respiro en la dulzura de este cigarrillo.

¿Lo encontrás escalofriante, también?
entonces después dejame descansar un rato en tus cuerpo de fusíl,
y dedicame una sonrisa o dos.
Que confesaré: traés un revuelo que crea irregularidades en mi pulso,
y de vez en cuando esta ambición descolocada necesita que la abraces.

Amo dejarte así.
Amás dejarme así.


1 comentario:

ayeezh dijo...

Es sucio el mundo del inconciente y bizarros los caprichos de la noche.