martes, 1 de junio de 2010

Fever


-Que tiembles y carcajees cuando le hago cosquillas a tu ombligo desde adentroY que se envuelvan tus piernas a mi cabeza, para ser la corona que ornamente el movimiento – le dije.

Y descienden entonces acariciando el vientre, recorren e investigan. Me pide uno más.

Entre que escondo mis gritos y el mundo da vueltas, es su figura la que me quema al contacto, con las estelas húmedas entre ellos, que se retuercen por profundizar más fuerte.

-Cuéntalos bien, me quedan nueve para profundizar.

-¿Puede recorrer mi rostro la entera extensión de tu piel?
Y soplo al ras de las costillas mientras el aliento baja en busca el ombligo que es etéreo ya entre los temblores ansiosos de esa tez. Los besos no se resisten al tacto. La carne de mis labios se posa, prueba, acarica con timidez para que el pudor se vaya en este descenso y para esconder con sutileza la respiración que se ha enfurecido.

Mis dedos se ajustan porque el exhalo sobre su ombligo ha sido violento (como si hubiese querido acompañar el tuyo), y el pulso embravecido no ha tenido la sensibilidad de ocultarlo.


- Entre la oscuridad de esta habitación, dejaré que caiga mi desfachatez sobre ti. Que mi brazo aprisione tu cintura desnuda y que mis dedos puedan fundirse en el calor que tanto los enloquece recorrer, que mis labios encendidos dejen de juguetear, permitiéndose degustar tu abdomen y acaricien el último tramo de recorrido, ávidos ya de sentir a tus rodillas temblar contra mis costillas.

Y hacerlo y enroscar mi cuello al calor de las piernas, acciona la música eterna de los jadeos que ambos pechos no pudieron controlar y maquina en mí el vértigo y la electricidad y sacude con atrevimiento mi cintura, que busca eso que falta, pero he decidido ignorarla, una vez más.

-Ahora que me he concedido el placer de robarte temblores arrebatados, dejaré que mis manos caigan por la catarata de tu pecho, acaricien tus costillas y se den el gusto de morderte las piernas antes de hundirse al fin en el esperado encanto carnoso de explorar el tacto sugestivo de tu ardor , mientras desde adentro me nace descocerme en un grito desgarrador.

Mis deseos más frenéticos que nunca.

-Cuéntalos bien, me quedan nueve para profundizar.

1 comentario:

ayeezh dijo...

q hdp! AMO AMO AMO AMO AMO lo q escribiste, me encanto,