lunes, 14 de junio de 2010

FUCK


Quiero sentirme libre de ejercer posesión.
De gritar y patelear cuando me esquives, de violentarme cuando te lastimen y abrazarte cuando llores.
Y alcanzar tus labios delgados cuando ríen, (ahora que he aceptado que adoro desarmarme en esa risa).

Acepto que odio todo esto.
Pueden ser tan enfermizos los roces de tu viento, mi amor.
Acepto que sigo sin entender cómo me enrieda la telaraña malgastada de esta noche gris.
Admito no desear
estar
pensandote
en este momento.

Quiero huir porque yo sí tengo motivos para hacerlo.
Las balanzas desequilibradas siempre estuvieron a mi favor y hoy, ilusión absurda, se deslizan acariciándote la cadera. Y yo las celo porque ella me pertenece, porque la merezo como nunca antes he merecido nada.
Quiero tener el derecho de abrigarte con el frío y llenarte de complacencias banales sin sonrojarme ni escuchar risas por ello.
¿Es tanto pedir que me mires con la voracidad con la que yo lo hago?
¿Es justo sentir que detesto ésto,
que me trepa por las piernas,
me carcome la cabeza
y me ahoga en el veneno de esperar
más?

Un solitario pensamiento perdido aprendiendo del amor.
Que asco, por dios.
Pásenme otro tequila, necesito separarme de esta situación.
Volver a los vaivenes del hielo, HUIR del cuerpo que sabe derretirlo.

No es posible, corazón, lanzar a mansalva la expectativa de generar el escalofrío recíproco.
O esquivar las indirectas que me sopla el anhelo de ver tus nervios estremecerce al límite entre el jugueteo de mi cuerpo.

Quiero huir, empiezo a correr y lanzo miradas hacia atrás.
Quiero, necesito, deseo que me dentengas.
Y que me obligues a quedarme en esta bizarra noche de malditas dudas contradictorias,
y en la incoherencia de esperar por primera vez los mismos deseos indigentes
que hoy no me dejan escapar.



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